Cuando llama a la puerta, toca dos veces, una sonrisa, un pensamiento, una caricia y un abrazo, son suficientes, más que suficientes para alegrar tu día, para saber que tu existencia tiene un fin, una verdad, única respetable y real.
"Puedes estar tranquila estoy aquí" entonces un golpe de viento azotó su cara, y ni siquiera así, se le seco la sonrisa, permanecía implacable en su cara, como una prolongación de su ser, y dejando ver en sus ojos la realidad.
Dureza y felicidad en sus palabras, unidas como un matrimonio inseparable.
La estabilidad que mostraba era asombrosa, por eso sonreía y mostraba al mundo su valor, la manera de gritar "aquí estoy yo" desde un absoluto silencio.
Aun así es imposible no querer estar a su lado, es más sientes la necesidad de abrazar de querer con más ganas cuando la sientes cerca. Un sentimiento curioso y único, diferente a lo mostrado anteriormente.
Es así como paso a paso te abres a un mundo nuevo y especial en el que se encuentra ella, si, ella, y sin ella no tiene nada sentido, todo está borroso, empañado. Te hace ver la salida, y el otro lado de la sociedad.
La fuerza para seguir, si, esa fuerza...