Y ella, con lágrimas en los ojos, volvió a escribir en su cuaderno:
"No sé que pasará, pero no quiero ni pensarlo, ¿Entonces que pasa?, ¿Pasas página y me abandonas?, ¿Juegas a hacerme saber que no te importo? Esa sonrisa burlona que pones cuando hablas de amor, y mientes a la vez, esos ojos que brillan mientras me mienten a la cara. No. No lo soportaré otra vez. No aguantaré que vuelva a pasar, que vuelva a sucedernos. No resistiría a gritar sin parar durante meses. Dime, ¿Lo sientes?, tócame y dime si lo sientes, si sientes el palpitar de mi corazon, si sientes mi piel, solamente dime si lo sientes. Quiero saber que pasa por tu cabeza, cuando te hago preguntas, y a la vez no espero ninguna respuesta, quiero saber que ocurre cuando sabes que estes donde estes te estoy mirando, pero quiero saberlo ya, no puedo con esta incertidumbre, asique por favor, deja de engañarte, y dimelo. Porque no quiero pensar en lo que nos deparará el futuro."
Cuando terminó, arrancó la hoja, la arrugó con rabia y la lanzó sobre la papelera de la esquina. Mientras escribía, se había ido dando cuenta de que algunas letras se habían borrado cuando las lágrimas caian en ellas, y ella las arrastraba para seguir escribiendo. Mientras escribía esa carta, se daba cuenta de que hasta sus palabras se borraban, pero estaba claro, aunque no quedará constancia, y su legado desapareciera, lo que ella sentia no se iría jamás.
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