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Deberíais saber que a veces, sonreir es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo.

La mañana de una princesa

Te despiertas por la mañana, te estiras en la parte fresquita de las sábanas, te bajas descanza y en pijama a la cocina, mientras notas el frescor del suelo en tus pies. Llegas a la cocina, tienes hambre, y abres una lata de atún, (sonríes mientras oyes el chasquido que hace cuando se abre) sacas el pan de molde, un bote de mahonesa y te vuelves loca mezclándolo todo, y haciendo dibujitos con el chorrito de mahonesa. Te lo comes tranquilamente en la cocina mientras miras el jardín lleno de flores, verde, selvático. Decides ducharte, y subes casi corriendo, escuchando el ruido que hacen tus pies cuando chocan con la madera barnizada de la escalera. Enciendes la ducha. Te desnudas y te metes, el agua aún está un poco fría, pero te da igual, se está bien. Te enjabonas, te lavas el pelo, cierras el grifo y sales. Te encasquetas el albornoz y te autoabrazas para sentir un poco de calor. Te vas a tu habitación, te echas crema, te vistes, te pintas un poco los ojos, te calzas y mientras te atas las sandalias, piensas en como se estaría tumbada en un lugar donde no hubiera ruido humano, donde el único ruido que hubiera fuera el de tu respiración y la naturaleza, perfecta simbiosis; después de 40 minutos te descubres a tí misma soñando despierta vestida y duchada, tumbada encima de la cama. Te despejas. Cojes las llaves de casa, y sales.

Cuando sales, miras al cielo, la temperatura es estupenda, un suave viento te acaricia la cara y te das cuenta de que tu día va a ser muy soñador.

¿No tuviste suficientes sueños esta noche, princesa?

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